
Hay que ser guapo para ser el eje del equipo, para acumular todos los insultos rivales y no inmutarse, o mejor dicho, que la procesión vaya por dentro y contrarrestarla con fútbol. Hay que ser guapo para pedir la pelota todo el partido, para jugar en cualquier posición de la cancha, y rendir por igual. Hay que ser guapo para jugar en inferiores condiciones físicas, pero marcar la diferencia con un toque, con un pelotazo, con un centro. Hay que ser guapo para hablarle a la terna arbitral con el respeto merecido, y que te escuchen. Hay que ser guapo para ser el distinto sin jugar un gran partido, y ganar cinco clásicos consecutivos.
Muy distinto es la guapeza interpretada mediante el juego brusco. La que se quiere imponer de prepo, bajo el estandarte del hombre aguerrido. Porque la falta de Maldonado no fue una brusquedad del momento, fue una falta intencional ¡a 60 metros de su arco!, tal como lo hubiese soñado cualquiera fanático de Gimnasia, pero con la salvedad que Maldonado estaba trabajando, y que le quitó herramientas a sus compañeros para que el laburo se pueda concretar.
Los tiempos han cambiado. Habrá que interpretar que la televisión juega un papel preponderante en el fútbol actual, que los árbitros juegan a la mancha, y que tantos los jugadores como los hinchas piden tarjetas descabelladamente.
Por eso, la guapeza de Verón quedará en la historia como el jugador que no le tembló el pulso para llevarse por delante, con fútbol, a sus rivales en todos los clásicos que jugó. Mientras que Maldonado, por ahora, pasará a la historia sin pena ni gloria.
Fuente: www.cielosports.com
1 comentario:
Muy Buena Nota, muy buena
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